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Mostrando entradas de febrero, 2017

Ajena

La letra no es mía. Salió disparado el trazo de la pluma que pulula entre mis dedos, pero la letra no es mía, jamás lo fue, ni lo es, ni lo serán las palabras que aparecen en el papel. Y es que, fue difícil entender, pero la letra ajena, la letra secuestrada que se forzaba paso entre mi mano era sólo el principio. Ni la letra, ni la palabra, el pensamiento, el suspiro ahogado, la sangre corriendo en la vena o el alma que afirmaba tener eran mías. Era (siempre lo fue) no mía. Jamás fui el nombre portado, ni nada que identificaba como yo, era yo. Soy sólo el cuerpo de una letra que no es mía.

Él y ella.

Y él soñaba. Y ella soñaba mientras lo resguardaba en el vientre. Ella soñaba sueños que sueñan los humanos, sueños soñados, sueños nuevos, sueños normales, sueños que sueñan los hombres y las mujeres sobre los sueños. Y él soñaba. Soñaba sueños que no podían soñarse, sueños no existentes, sueños no imaginables, sueños soñando sueños, sueños silenciosos, sueños constantes, sueños teñidos de rojo, viscerales, sangrientos y reprimidos. Soñaba sueños para soñar, sueños que debían morir con su nacimiento; sueños de bebé. Y dentro del ser soñante, soñaba un futuro ser soñante. Se encontraban los sueños en las venas. Intercambiaron sueños mediante los glóbulos y ella relataba animada sueños de oscuridad y tranquilidad, sueños de un fluir sutil, de un shhhh, sueños contradictorios que no volverían a ser soñados.

Escribo

Escribo. Escribo porque estoy muerta, Escribo porque cada segundo que no escribo,                                                                         muero más. Escribo para vivir. Escribo .