El sonido de sirenas de
ambulancia inunda mi mente y siento como si fuese yo el transportado. Al
principio el sonido pareció lejano, pero con los segundos el sonido emana de mí.
Soy yo. Soy el sonido, soy luz, soy espacio, soy rapidez. Existo, por primera
vez existo, y estoy vivo. El sonido ha
sido la chispa vital y ahora, una vez adquirida lo comprendo.
Ahora muero. Muero no por
el veneno en las venas, muero por estar consciente de estar vivo. El ciclo
vital de la vida comienza con la muerte, con la aniquilación de aquel
abominable lado de nosotros que nos vuelve maquinas, que nos quita la
humanidad. Las palabras parecen alcanzarse, como un rompecabezas perfecto.
Entiendo ahora la
maravilla que soy, la maravilla que ha sido todo este tiempo mi cuerpo, mi
condición. El universo se ha confabulado para que sea capaz de mover el brazo,
para que vea la destrucción, para conocer la escoria sin pasarlo por la
garganta.
Todo ahora es
inexplicable y la belleza puede ser encontrada en el polvo que levita a mi
alrededor. Me vuelvo consciente de mi tamaño, de lo que pequeño que soy ante el
mundo que me ha albergado. No importa ya, ya no importa lo que diga, sino lo
que falta, las palabras que nunca han sido pronunciadas por una boca. Nada
importa.
Lo sé, lo es ahora. Se la
verdad. Dios no existió antes de las
sirenas, dios no existió antes de la droga. Dios es hoy, dios es ahora, dios es
mañana.
Dios soy yo.
Comentarios
Publicar un comentario