Debo admitir, me encantan los centros comerciales. Quizá no sea fanática de la ropa de moda, ni de los zapatos, ni de la mayoría de los locales de comida. En realidad no me gusta casi nada, pero me agrada ir caminando por todos los pasillos, ver artículos pequeños aunque rara vez compre nada y tomar un helado mientras me burlo de las personas a mí alrededor. Sin embargo, hay un detalle que me retuerce el hígado. Iba caminando el sábado tranquilamente, cuando me acerqué al pasillo más amplio, ese donde permitieron que se instalasen módulos a medio camino. La mayoría de estos módulos no representan un ataque para el caminante común, sin embargo, aquel cuadro de perversión y estafa se encuentra ubicado exactamente en la intersección del pasillo de un solo precio, forzándote a pasar a un lado para entrar a la tienda. Este pequeño modulo es uno de un estudio fotográfico, equipado con al menos dos individuos que son capaces de salir del cuadro designado y perseguirte con un panfleto en...