Es bien sabido que la literatura es, a palabras de una maestra de
literatura muy querida para mí: “el patito feo de las artes”. No escribo
esto con ninguna intención de menospreciar otras formas de arte, pero
es una realidad tangible que la música, la danza, el teatro, las artes
plásticas y similares siempre son más populares. Vengo años observando
informalmente el papel de literatura en Mexicali y como es de suponerse,
mis observaciones no son nada alentadoras.
Comenzaré con mi primer acercamiento a un centro cultural formal: El Centro Estatal de las Artes (CEART en Mexicali). La oferta de cursos culturales en años pasados contempló al menos tres grupos teatrales, aproximadamente seis de distintas especialidades de danza, otros tantos de pintura, muralismo, comics, fotografía y otra serie de grupos de música, distribuidos en edad, nivel, y horario. En cuanto a literatura solo había un grupo de Vanguardias Literarias impartido por el maestro Salvador Vizcarra Schumm.
Un programa del ICBC (Talentos Artísticos de Baja California) además de varios grupos de diversas especialidades, incluía únicamente un grupo de Creación literaria cuyos integrantes no pasaron de doce y que más de una ocasión se vio amenazado por el reducido número de participantes. Cabe destacar que este programa otorga becas para no pagar las clases, además de un estímulo económico “mensual”.
En el CEART, los eventos literarios escaseaban, si se compara con el número de eventos musicales o presentaciones teatrales o de danza. Inclusive, cuando se realizaban eventos donde se incluía literatura, se les solía otorgar un tiempo sumamente limitado y en ocasiones, programados hasta el final. Pareciese que la literatura tiene una especie de repelente que hace que en cuanto se acercan al frente por el micrófono los asistentes se ponen de pie para marcharse.
Por otra parte, se venía impartiendo un taller a finales y mitad del año llamado el Oficio del escritor, impartido por Manuel Rojas. Personalmente venía esperando este pasado diciembre y no se impartió. Lamentablemente, también se han presentado estos días la oferta de cursos culturales, y no hay nada relacionado a la literatura.
Otra institución cultural conocida (UABC) oferta en modalidad de cursos semestrales tres cursos literarios (todos impartidos por Salvador Vizcarra Schumm) y aunque son lo más diverso que he encontrado, literariamente hablando, siguen palideciendo en comparación de la variedad que hay para otras especialidades.
Existen otros lugares donde se imparten cursos (cuya calidad no me atrevo a calificar por no tener la experiencia) y que son bastante desconocidos. El centro cultural CECYTE y el espacio Artmosferas ofrecen cursos, además de varios clubes o grupos de lectura en la Biblioteca Central Estatal y en Nana Chela.
A mi parecer hay aspectos relevantes a resaltar a todo este texto: en primer instancia es alarmante la cantidad de rezago que tienen los grupos literarios en la ciudad en cuanto a la oferta ofrecida por instituciones (públicas y privadas) en comparación con otras ciudades del mismo estado. Por otra parte es lamentable que aunque hay un gran número de personas interesadas en la lectura y la escritura, no sea suficiente para que la disciplina realmente sobresalga en cuanto a demanda en eventos, cursos y asociaciones. Quizá sea también la repulsión programada que parecen tener muchas personas al libro y sus derivados, o quizá sea la “maldición” natural del lector/escritor.
Comenzaré con mi primer acercamiento a un centro cultural formal: El Centro Estatal de las Artes (CEART en Mexicali). La oferta de cursos culturales en años pasados contempló al menos tres grupos teatrales, aproximadamente seis de distintas especialidades de danza, otros tantos de pintura, muralismo, comics, fotografía y otra serie de grupos de música, distribuidos en edad, nivel, y horario. En cuanto a literatura solo había un grupo de Vanguardias Literarias impartido por el maestro Salvador Vizcarra Schumm.
Un programa del ICBC (Talentos Artísticos de Baja California) además de varios grupos de diversas especialidades, incluía únicamente un grupo de Creación literaria cuyos integrantes no pasaron de doce y que más de una ocasión se vio amenazado por el reducido número de participantes. Cabe destacar que este programa otorga becas para no pagar las clases, además de un estímulo económico “mensual”.
En el CEART, los eventos literarios escaseaban, si se compara con el número de eventos musicales o presentaciones teatrales o de danza. Inclusive, cuando se realizaban eventos donde se incluía literatura, se les solía otorgar un tiempo sumamente limitado y en ocasiones, programados hasta el final. Pareciese que la literatura tiene una especie de repelente que hace que en cuanto se acercan al frente por el micrófono los asistentes se ponen de pie para marcharse.
Por otra parte, se venía impartiendo un taller a finales y mitad del año llamado el Oficio del escritor, impartido por Manuel Rojas. Personalmente venía esperando este pasado diciembre y no se impartió. Lamentablemente, también se han presentado estos días la oferta de cursos culturales, y no hay nada relacionado a la literatura.
Otra institución cultural conocida (UABC) oferta en modalidad de cursos semestrales tres cursos literarios (todos impartidos por Salvador Vizcarra Schumm) y aunque son lo más diverso que he encontrado, literariamente hablando, siguen palideciendo en comparación de la variedad que hay para otras especialidades.
Existen otros lugares donde se imparten cursos (cuya calidad no me atrevo a calificar por no tener la experiencia) y que son bastante desconocidos. El centro cultural CECYTE y el espacio Artmosferas ofrecen cursos, además de varios clubes o grupos de lectura en la Biblioteca Central Estatal y en Nana Chela.
A mi parecer hay aspectos relevantes a resaltar a todo este texto: en primer instancia es alarmante la cantidad de rezago que tienen los grupos literarios en la ciudad en cuanto a la oferta ofrecida por instituciones (públicas y privadas) en comparación con otras ciudades del mismo estado. Por otra parte es lamentable que aunque hay un gran número de personas interesadas en la lectura y la escritura, no sea suficiente para que la disciplina realmente sobresalga en cuanto a demanda en eventos, cursos y asociaciones. Quizá sea también la repulsión programada que parecen tener muchas personas al libro y sus derivados, o quizá sea la “maldición” natural del lector/escritor.
Comentarios
Publicar un comentario