Hace días estaba viendo en YouTube una emisión de Discutamos México.
Para ser exactos estaba viendo el episodio 52: Literatura Mexicana
Actual. De entre los diversos tópicos que discutieron, uno llamó mi
atención. El escritor Ignacio Padilla (Nacho como llaman) habla sobre lo
que para él son dos tipos de escritores: Los escritores que planifican
cada movimiento de sus escritos o novelas y los escritores que dejan que
fluya el texto libremente.
En niveles básicos de educación, casi no se impulsa la escritura creativa, pero cuando se impulsa es escritura planificada. Recuerdo que en la preparatoria, en Literatura se nos enseñaba cada elemento del cuento y la novela, y desglosamos a detalle Batallas en el Desierto de José Emilio Pacheco. Uno de los trabajos integradores consistía en escribir un cuento, que para su validación (y calificación) requería que esbozáramos un borrador, que más bien era un esquema estipulando los momentos básicos narrativos: introducción, clima y desenlace.
Durante ese mismo periodo de mi vida, en un taller de creación literaria, realizábamos ejercicios similares, pero que no forzosamente teníamos que definir lo que escribiríamos. Más bien, era obtener el conocimiento de que éramos capaces de identificar elementos narrativos. La maestra solía decirnos: cuando no sepas de que escribir, escribe de que no sabes que escribir.
Con la experiencia de los polos opuestos, al escuchar a Ignacio Padilla, naturalmente me cuestioné que clase de escritora soy (o aspiro a ser). Recapitulando en lo poco que he escrito, los dividí mentalmente en obras planificadas y obras surgidas de “inspiración”. Me encontré con que estaba sumamente satisfecha con trabajos que surgieron del aire, por encima de aquellos por los cuales me tome el momento de planificar y detallar.
La planificación sin embargo no me parece algo que entorpezca mi escritura, ni algo que desprecie. Quizá es por falta de experiencia, quizá la juventud, pero por el momento, me parece que tendría que encontrar un equilibrio entre ambos. Para proyectos pequeños (cuentos, ensayos) la “chispa” esta perfecta, pero para proyectos extensos, no puedo dejar cabos sueltos. Por supuesto, que hasta el momento no había surgido el tema de la disciplina, que considero es esencial para cualquier profesión.
Pero, por sobretodo, me parece que es importante escribir, sin importar la forma en que se te acomode.
En niveles básicos de educación, casi no se impulsa la escritura creativa, pero cuando se impulsa es escritura planificada. Recuerdo que en la preparatoria, en Literatura se nos enseñaba cada elemento del cuento y la novela, y desglosamos a detalle Batallas en el Desierto de José Emilio Pacheco. Uno de los trabajos integradores consistía en escribir un cuento, que para su validación (y calificación) requería que esbozáramos un borrador, que más bien era un esquema estipulando los momentos básicos narrativos: introducción, clima y desenlace.
Durante ese mismo periodo de mi vida, en un taller de creación literaria, realizábamos ejercicios similares, pero que no forzosamente teníamos que definir lo que escribiríamos. Más bien, era obtener el conocimiento de que éramos capaces de identificar elementos narrativos. La maestra solía decirnos: cuando no sepas de que escribir, escribe de que no sabes que escribir.
Con la experiencia de los polos opuestos, al escuchar a Ignacio Padilla, naturalmente me cuestioné que clase de escritora soy (o aspiro a ser). Recapitulando en lo poco que he escrito, los dividí mentalmente en obras planificadas y obras surgidas de “inspiración”. Me encontré con que estaba sumamente satisfecha con trabajos que surgieron del aire, por encima de aquellos por los cuales me tome el momento de planificar y detallar.
La planificación sin embargo no me parece algo que entorpezca mi escritura, ni algo que desprecie. Quizá es por falta de experiencia, quizá la juventud, pero por el momento, me parece que tendría que encontrar un equilibrio entre ambos. Para proyectos pequeños (cuentos, ensayos) la “chispa” esta perfecta, pero para proyectos extensos, no puedo dejar cabos sueltos. Por supuesto, que hasta el momento no había surgido el tema de la disciplina, que considero es esencial para cualquier profesión.
Pero, por sobretodo, me parece que es importante escribir, sin importar la forma en que se te acomode.
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