Me quedan unos minutos antes de realizar mis preparativos para salir
de casa. Estoy tratando de prepararme para malas noticias, sin embargo
aún siento miedo. Quizá realmente jamás había sentido algo similar.
Pueden las personas decir que de niña seguro le temía a la oscuridad o
algún monstruo bajo la cama, pero ahora de grande me doy cuenta de que
el miedo de niña y el miedo de adulta son terriblemente diferentes. Al
menos de niña no tenía la consciencia del tiempo ni me parecía que el
miedo permanecería más allá del amanecer. Ahora de grande, me da miedo
pensar en cómo van a repercutir las cosas en el mañana y saber que la
luz matutina no cambiara mi situación. El motivo del miedo permanecerá
ahí, donde no lo alcanzo, donde no puedo lidiar con él; donde me
encuentro sola y no puedo comprenderlo.
Parece natural sin embargo temer. Supongo es lo que se le llama consciencia. Soy consciente de que mi paso es temporal y me asusta ver que hay situaciones que lo pueden volver aún más efímero y mediocre de lo que ya se vislumbraba. Sigo buscando excusas para no justificarme y no tener que explicar nada a nadie. El problema no es que me observen, el problema es que no se quedan callados, y el mundo parece creer que por hablar merecen respuesta. Perciben la falta de explicación como un ataque y se ofenden. El concepto de privacidad y discreción se difuminan cuando se mezcla el sentimiento y a veces olvidamos que aun por el hecho de amar seguimos siendo personas, seguimos llevando a cuestas un pasado y motivos para hacer las cosas de tal y no de cual forma.
El mundo es diferente para cada persona.
Parece natural sin embargo temer. Supongo es lo que se le llama consciencia. Soy consciente de que mi paso es temporal y me asusta ver que hay situaciones que lo pueden volver aún más efímero y mediocre de lo que ya se vislumbraba. Sigo buscando excusas para no justificarme y no tener que explicar nada a nadie. El problema no es que me observen, el problema es que no se quedan callados, y el mundo parece creer que por hablar merecen respuesta. Perciben la falta de explicación como un ataque y se ofenden. El concepto de privacidad y discreción se difuminan cuando se mezcla el sentimiento y a veces olvidamos que aun por el hecho de amar seguimos siendo personas, seguimos llevando a cuestas un pasado y motivos para hacer las cosas de tal y no de cual forma.
El mundo es diferente para cada persona.
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